Lore

Cada planeta es su propia deidad: piensa, razona, sufre, se alegra e incluso se relaciona con los demás astros.La mayoría de estos dioses tienen sus propias lunas. Se las considera de la misma especie, pero de un rango mucho menor, ya que dependen de su planeta y lo sirven.
Algunos son usadas como sirvientes, otros tratados como perros. Pero Júpiter... Júpiter las utiliza como sus soldados.Más de 80 satélites creados para luchar por Júpiter. Solo por él: viviendo y muriendo por él. Cada uno proveniente de nueve de sus dioses menores, los cuales siguen una jerarquía descendente: cuanto más alejados están del planeta, menor es su rango; cuanto más cerca, mayor es su importancia.
En la cima de esta jerarquía de lunas se encuentra Amaltea, la mano derecha de Júpiter, pero también su mártir.Siempre hubo envidia entre estas lunas, ansiosas por ascender en rango y acercarse a Júpiter, sin saber que cuanto más cerca de él estaban, más sufrimiento y cargas soportaban. Porque su temperamento, conocido por su ira, no era fácil de sobrellevar.Aun así, Amaltea encontró un lugar donde relajarse: una mano amiga en una luna de rango inferior, Galileanos. Así fue durante milenios, aunque lo que no sabía era que este “amigo” nunca lo fue. Solo se le acercó para encontrar una forma de derribarla. Y lo logró.En el momento más inesperado, mientras su señor no se encontraba presente, Galileanos atacó a Amaltea. Sabía que ella era más poderosa, pero también que no sería capaz de alzar su arma contra quien consideraba su único amigo. Continuó debilitándola, poco a poco, haciéndole perder la confianza.
Hasta que no le quedó otra opción: defenderse. Atacó de vuelta, con la terrible suerte de que Júpiter regresó en ese instante.La escena fue malinterpretada por el dios, quien creyó que su fiel guerrera estaba agrediendo a otra de sus lunas, decidiendo que lo mejor sería encerrarla. Pero Amaltea, sabía que era inocente y se negó a ser capturada. Huyó lejos de él, viendo cómo todos los demás astros la perseguían o daban la espalda. Nadie quería tener problemas con Júpiter.
Excepto la Tierra…
Ella le tendió los brazos y decidió acogerla como a uno de sus tantos hijos.Así fue como Amaltea cayó hacia la Tierra como una estrella fugaz.Para sobrevivir, debía adaptarse a este mundo e intentó volverse humana, el ser vivo que parecía gobernar el planeta. Pero la Tierra es vasta, y Amaltea cayó en medio del océano, chocando con un banco de medusas justo en el momento en que su cuerpo cambiaba de forma. Acabó acogiendo características de estas, y transformándose en un híbrido entre humana y medusa. El impacto también afectó a tres de esas criaturas.Al abrir los ojos, el océano la fascinó. Pero ahora había cambiado su vida y la de estos tres seres también. Los nombró como sus propias lunas: Tebe, Metis y Adrastea.
Sin embargo, eran seres que recién conseguían conciencia, así que les permitió explorar el mundo a su lado y decidir darse otro nombre propio más. Mientras tanto, debía hacerse responsable de ellas, y no podían quedarse en el océano por siempre para ello.Decidieron salir del mar para descubrir tierra. Mientras tanto, Amaltea buscaba una forma de cuidar de ellos. Así descubrió la tecnología y por tanto el internet.
Pronto conoció los streams, un lugar perfecto para seres diferentes, donde podría conocer a otros, divertirse y aprender sobre el mundo. Y al mismo tiempo, encontró un trabajo, porque las medusas que sin querer arrastró con ella... No se alimentan solas.